

Cómo editar tus fotos sin perder naturalidad
Cómo editar tus fotos sin perder naturalidad Por Lucas Scheider — Kriterium El retoque fotográfico es un tema fascinante… y
A lo largo de mi carrera, hubo varios momentos en los que mi forma de mirar cambió.
Cada etapa tuvo su propio norte, su propio punto de inflexión.
La primera fue cuando empecé a trabajar en un estudio fotográfico llamado Centro Integral Fotográfico (CIF).
Ahí trabajaban Fernando y Marcelo, los dueños del lugar.
Ellos hacían fotografías de eventos con una calidad que, para mí, en ese momento, era inalcanzable.
Era mi norte, mi primera referencia clara de lo que significaba una imagen bien hecha.
Recuerdo mirar sus fotos una y otra vez, tratando de entender cómo lograban esa nitidez, ese contraste, esa sensación de presencia en cada retrato.
Ahí fue donde empecé a entender que aprender fotografía no era solo estudiar parámetros o técnicas, sino empezar a entrenar el ojo.
Pasaron los años, y en algún punto mi norte cambió.
Aparecieron otros referentes, otras miradas.
Descubrí el trabajo de Joey L, Chris Knight, Annie Leibovitz, y otros fotógrafos que tenían una manera completamente distinta de usar la luz, el color, el clima.
Ahí comenzó la segunda etapa: una búsqueda más profunda de estética, de intención, de atmósfera.
Y entendí que la mirada se construye con tiempo, con observación y con una enorme dosis de curiosidad.
La tercera etapa —la que todavía me acompaña— tiene que ver con la cultura visual.
Con alimentar el ojo todos los días, aunque no tengas la cámara en la mano.
Siempre les digo a mis alumnos lo mismo:
dedíquenle al menos 15 minutos por día a mirar fotografías de calidad.
Todos los días. De lunes a lunes.
En Behance, en 500px, en Flickr, o en cualquier plataforma donde puedan encontrarse con obras que los desafíen.
Miren, analicen, comparen.
Pregúntense qué tiene esa foto que los atrapa.
Cómo está iluminada.
Qué decisiones tomó quien la hizo.
Y luego intenten imaginar cómo la harían ustedes.
Esa práctica diaria, ese pequeño ritual de observar, abre la frontera visual.
Te muestra lo que es posible.
Y cuando te animás a recrear esas imágenes, aunque sea por práctica, descubrís que el proceso te enseña más que cualquier manual.
Ahí, entre la observación y la experimentación, aparece la verdadera evolución del ojo fotográfico.
El momento en que dejás de mirar fotos y empezás a leerlas.
Aprender a ver es un viaje.
Uno que no termina nunca.
Porque cada foto que mirás, cada imagen que te emociona, deja una huella en vos.
Te enseña sin que te des cuenta.
Y eso es lo que buscamos en Kriterium:
que entrenes tu mirada,
que descubras tus referentes,
y que construyas tu propio criterio para mirar el mundo —y contarlo— a través de la luz.
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